febrero 12, 2017

Me siento tan libre que nunca me arrepiento de lo que hago, pues siempre estoy convencida de que actúo con total libertad, independientemente de si el resultado es bueno o malo. Esta forma de pensar me permite, incluso en las situaciones en las que la fastidio con matrícula de honor, pues no tener a nadie más que a mí misma a quién echarle la culpa.

Pero a veces me gustaría poder tener una cápsula para meter tiempo pasado. Me la imagino de cristal transparente, del tamaño de una botella de vino de esas donde los que tienen mucha paciencia incluso meten barcos pieza a pieza.

Para meter el tiempo dentro de esa cápsula tan sólo hay que pensar en el inicio de una situación y en el final. Y…tachán….la situación se quedará ahí dentro, congelada, como si fuera una niebla de colores que da vueltas, y ninguna de sus consecuencias saldrá de allí. Ese evento de mi vida ya no generará zombies que podrán aparecer en un futuro, cuando menos me lo espero.

De existir, creo que esas cápsulas serían carísimas y que todos tendríamos un par de estanterías con unas cuantas de ellas. Algunos puede que necesitásemos alquilar un almacén para meterlas todas. Podríamos ordenarlas cronológicamente, o por importancia, o por la tranquilidad que nos produce olvidarnos de zombies apestosos y putrefactos. Emplearíamos un buen rato en organizarlas para tenerlas bien a la vista.

En la vida real, una técnica psicológica para aliviar el nivel de tensión consiste en imaginar que coges los recuerdos y pensamientos que éstos crean y los metes en una bolsa que luego tiras al mar. Otra sólo permite rumiar pensamientos a ciertas horas del día en un intento de no darle vueltas a otros tiempos sobre los que ya no puedes actuar. Unas y otras técnicas lo que intentan es desvincular el presente del pasado en un intento por encapsular tu tiempo. Pero sólo el tuyo.

¿Y que pasa con el tiempo de la otra persona involucrada en la situación?  Me imagino que su tiempo debería también encapsularse automáticamente. ¿Hasta dónde afectaría eso a la memoria colectiva?¿Nos quedaríamos todos con nuestros recuerdos congelados?¿Seríamos mentes en blanco donde nuestros recuerdos estarían en estanterías y nuestros actos no tendrían memoria?

Lidiar con tiempos pasados en los que hiciste daño de alguna forma a otra persona es una de las cosas más difíciles a las que nos enfrentamos. Nuestro instinto social nos une y, a la vez, es la causa de los conflictos que nos separan y del sufrimiento que genera la pérdida.

Lástima que no podamos encapsular tiempo para poder resetear la relación. ¿Podemos restaurar la confianza perdida? Puede que no. Es lo que hay.

Somos personas todo el tiempo.

 

About the Author María Gutiérrez

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