Piensa en lo que más te gusta hacer en el mundo. Aquello que lo haces aunque nadie te va a pagar por ello. Aquello que haces bien aunque nadie lo vaya a evaluar. Eso que te hace sentir que el tiempo se paraliza.

¿Necesitas desconectar de ello? Creo que no.

Yo no necesito desconectar de lo que me apasiona. Sólo necesito dar un portazo a las cosas que se me dan mal pero aún así las tengo que hacer, o a esa tarea que la hago porque no me queda más remedio. Es más, en ese caso no necesito desconectar, lo que necesito realmente es evaporarme y que quede resuelto mágicamente.

Vivimos en la época de la vida vivida a partir de las 18 h y los fines de semana. Oigo continuamente a personas que quieren evadirse de su rutina y sólo no se meten en las drogas por puro sentido de responsabilidad hacia sus seres queridos. Si pudieran, se pasarían medio día «desconectados».

Asociamos el ser profesionales y ser responsables a realizar tareas que nos desagradan y que nos causan ansiedad. Pasamos mucho tiempo haciendo lo que no queremos, por eso nos damos el derecho «a desconectar» de las formas más diversas: haciendo deporte, yendo de compras o sumergiéndonos en las redes sociales.

¿De verdad es así como debemos vivir? ¿Hay otra forma? Imagina ahora que dedicas todo el tiempo a hacer aquello que verdaderamente te hace flotar y, además, consigues dinero por ello. ¿Pedirías desconectar entonces? O, por contra, disfrutarías cada momento pensando, planificando, saboreando, visualizando, recreando los momentos que pasas sintiéndote bien.

Qué difícil es vivir una vida de tardes y fines de semana desconectados y sufrir la conexión laboral. La salud se resiente por el cortisol acumulado y las relaciones sufren por los tonos de voz llenos de quejas y rencor indiscriminado.

¿Se te ocurre alguna forma de cambiar de vida? A mí sí, y tiene que ver con apostar por despertar sus talentos, tus fortalezas y apostar por convertirlas en tu forma de vida. ¿Piensas que, una vez convertidas en tu trabajo, dejarán de gustarte? La evidencia dice que no pasa eso, sino que lo que ocurre es que te conviertes en una persona plena y feliz que no necesita desconectar.

Disfruto creando la posibilidad de que otras personas puedan potenciar sus talentos y vivir de ellos. Me encanta proporcionar herramientas para que las personas tengan igualdad de oportunidades sin sesgos. No necesito desconectar de cada minuto que dedico a ese propósito. Es más, disfruto al pensar, planificar, visualizar y recrear mi propósito para convertirlo en realidad.

Dice mi amiga Ana que «no es fácil» salir del camino que llevas para hacer una apuesta por algo incierto. Por supuesto, nadie dijo que fuera fácil, pero tampoco que sea imposible. Por suerte, hay recetas para minimizar el riesgo de crear un nuevo futuro. Entre los ingredientes está el grit. Se necesita mucho, mucho. ¿Te lo crees? 🙂

About the Author María Gutiérrez

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