“Yo disfruto con las cosas más pequeñas. Soy feliz con los mil incidentes de cada jornada. Voy al gimnasio cada mañana, me gusta charlar, escuchar a la gente, conocer a nuevas personas, pasear y, por supuesto, trabajar, que es con lo que más disfruto. Tengo la suerte de que no me caliento con las cosas. Sé que todo tiene su momento y su porqué”.

Estas sosegadas palabras son de Amancio Ortega, al igual que cuando da recomendaciones sobre sobre lo que tiene que tener una dependienta, también resalta a la olvidada PACIENCIA.

  • Siempre una mirada amable.
  • En la caja, una sonrisa.
  • El bolígrafo en la mano.
  • La encargada es la persona que más tiene que atender.
  • Los probadores son un punto de vista importante.
  • En toda la tienda, paciencia.

Suele haber acuerdo en que los empresarios (emprendedores) tienen que tener una serie de virtudes y capacidades. En esa lista siempre  solemos encontrar: capacidad de resolver problemas, inteligencia, capacidad de decisión, dinamismo, motivador, confiable, comunicativo, informado, negociador, orientado a ganar-ganar. Además, pueden entrar en juego otras como: positivo, honrado. Lo que aún no he visto en esa lista es POSEEDOR DE UNA GRAN PACIENCIA, aunque la evidencia muestra todo lo contrario. O que se lo digan a Amancio Ortega, paciente estratega que cree que esta virtud debería impregnar a toda la empresa.

Seguro que recuerdas del colegio aquello de «la paciencia es la madre de la ciencia». Pues la paciencia tiene otra hija más: la estrategia. No se puede ser un estratega impaciente.

[bctt tweet=»No hay estratega sin paciencia. O, al menos, los que son buenos.»]

Esperar, o ser paciente, no significa no actuar. Justo lo contrario. Significa actuar pero con la precisión de un misil inteligente. En la diana, en el sitio adecuado, ni un momento antes, ni un momento después. Qué difícil es eso. En un pis-pas, o te pasas en la espera o te quedas corto.

Con paciencia se consigue la información y el conocimiento que soporta la idea en la que se basa ese proyecto que te ronda. Se necesita esperar pacientemente a que los agentes clave asimilen y hagan suya esa idea para que el proyecto germine. Se negocia con paciencia cuando hay mucho en juego, y se diseña una estrategia (paciente) para llegar a donde quieres. La paciencia juega a tu favor en los momentos difíciles, cuando tus competidores tomarán malas decisiones llevados por la precipitación.

La paciencia es tan, tan, tan delicada. Y, a la vez tan clave, que parece mentira lo poco que se cultiva. Porque (gran noticia) parece ser que se puede entrenar. ¿Cómo?

Entrenar la paciencia implica:

  1. Conocer qué dispara tu impaciencia. Parece una redundancia, pero es imprescindible hacerlo así. La impaciencia surge del miedo, de la ansiedad. El miedo a la pérdida hace que no se calculen bien los tiempos, los recursos, y que la impaciencia invada el proyecto y comprometa su futuro. La impaciencia no te deja calcular bien los recursos que destinas a buscar información, conocimiento, personas. La impaciencia impide que puedas hacer un análisis realista de la situación y, por supuesto, arruina tu capacidad para tomar buenas decisiones. La impaciencia no te deja generar confianza.
  2. Buscar los patrones de tu comportamiento impaciente. ¿Qué es lo que haces cuando estás impaciente? ¿Te paralizas o vas como pollo sin cabeza?¿Te atacan los nervios? Seguro, seguro, seguro, que necesitarás aprender a controlar la ansiedad. Hay muchas técnicas que te pueden ayudar.
  3. Diseña un plan a medio plazo y síguelo. Ese plan debe tener unos objetivos SMART, es decir: específicos, medibles, alcanzables, realistas y con un plazo de tiempo definido. Visualiza a dónde quieres llegar y márcate una estrategia.

Y recuerda. Dale una oportunidad a tu estrategia. No dejes que tu impaciencia desvirtúe tu visión de la realidad y te haga tomar las decisiones adecuadas. ¿La mejor manera de hacer eso? OBJETIVIDAD. Mide y analiza todo. Recopila datos objetivos que te ayuden a mantenerte en el sendero hacia tu meta. Aparca a tu impaciencia. Te lo mereces.

 

 

About the Author María Gutiérrez

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