Si quieres que alguien te haga caso, sólo tienes que escucharle un rato tú primero. El ABC del buen seductor.

Seguro que conoces a alguien que «es muy competente», pero a nadie le cae bien «porque es muy estirado». Y también seguro que conoces a alguien que «bueno, no es un lumbrera», pero «es un gran tipo». La principal diferencia entre pertenecer a un grupo o a otro está en la capacidad de escucha que tenga el individuo. O, al menos, en la capacidad en fingir que está escuchando.

Escuchar te hace parecer más atractivo, más buena persona, mejor profesional. También te hace tener mayor credibilidad, ser más simpático y que la gente quiera estar contigo. Escuchar hace magia pues, en un metabucle, hace que, después, la gente te escuche a tí también. Cuentes lo que cuentes.

Los buenos comerciales se saben eso al dedillo. Por ello, lo primero que te dicen es una pregunta sobre algo de tí que tenga el punto justo de profesional y de personal. Algo en lo que puedas lucirte, pero que no sea algo íntimo. Algo en lo que te sientas cómodo, a gusto. De lo que sabes que podrías dar un simposium en cualquier momento y lugar, ante cualquier tipo de público. Algo…»de lo tuyo». Una vez que tienen tu atención, saben que les vas a caer bien, que dirán de tí ante cualquiera que «eres un buen tipo», «la leche de majo», » de los que saben mucho de lo suyo», «alguien en quien confiar». Te invito a que pruebes a hacerlo durante un día entero y que compruebes el efecto que tiene. Las personas de tu entorno te dirán eso de «qué buen día tienes» y»hoy estás muy contento». Incluso, si lo haces a menudo, algunas personas se vincularán a tí más estrechamente. Toma nota y practica. Luego me cuentas.

En marketing eso es el santo grial. Que el cliente se sienta escuchado para que te cuente qué necesita, y luego tú le puedas «ayudar» con tu producto o servicio. Así es la vida. Todos somos humanos, y unos conocen mejor las estrategias para que la gente caiga a sus pies. Es una de esas cosas que los líderes carismáticos hacen sin querer. Sin querer, hacen que las gente les quiera porque se sienten especiales, comprendidos….ESCUCHADOS.  Y, como dice un amigo, «somos fieles a los que amamos».

Ayer fue día de elecciones. Después de votar, tuvimos una comida familiar y hablamos de política. En la mesa había personas de todos los partidos, menos de Podemos. Una socialista de carné a la que adoro y respeto, apoderada en varias mesas electorales ayer mismo, me decía que no podía discutir de política con sus amigos morados porque «no atienden a razones. Votan con la emoción». Y ahí voy. Ahí aplico lo que llevo diciendo en estas líneas anteriores.

Somos fieles a los que amamos. Y amamos a los que nos hacen sentir escuchados (eso no significa que nos estén escuchando realmente, sólo tenemos que sentirlo así). Ahí radica el éxito de Podemos.

Podemos hace que las personas se sientan escuchadas a nivel individual y a nivel colectivo. Por eso caen bien.

A nivel individual a través de los Círculos, donde cualquier persona es bienvenida a decir lo primero que se le pase por la cabeza. Donde su espíritu asambleario permite ser escuchado, lo que se traduce en un vínculo emocional hacia el que te escucha. A nivel de partido, tienen un mensaje machachón de que son los que escuchan a la «voz del pueblo». De nuevo, las personas que lo escuchan a través de la TV se sienten escuchadas. Paradójico pero real. Es una estrategia marketiniana perfecta. No tiene un pero. Chapeau.

La cuestión es que, cuando te sabes el truco, pues le ves los hilos a las marionetas, el cartón al escenario, y no te crees nada de lo que escuchas, por mucho que la otra parte se empeñe en fingir que tienes toda su atención. En vez de oir cantos de sirenas, lo que escuchas son los intentos de seducción de un tipo cualquiera contando unas historietas increíbles. Los violines no suenan por mucho que la otra parte se empeñe y la magia no llega a surgir. Imposible. Es el antídoto contra este truco de venta más viejo que los caminos.

Personalmente no me gustan los seductores, prefiero valorar si es o no un buen partido por mis propios medios, comparando con el resto de la oferta de la manera más racional posible. Prefiero dejar las compras compulsivas y emocionales para el último disco de U2.

 

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